75 aniversari [ 1931 - 2006 ]

de la proclamació de la II República a Mallorca

19.7.06

Recuperar la memoria

CARLOS DE ZAYAS


Me confieso muy sorprendido por el artículo de Joan Font Rosselló publicado en EL MUNDO/El Día de Baleares el pasado día 12, titulado A vueltas con la Guerra Civil. La Guerra Civil fue durante años una cuestión de candente discusión en el seno de mi familia de extrema derecha. Como participante en las protestas de la Universidad de Madrid de 1956 pidiendo una simple democratización del Sindicato Español Universitario, me encontré allí rodeado de malas compañías, que me dieron una versión diferente de la oficial sobre lo ocurrido en España aquellos trágicos años.
Amigo Font Rosselló, no se puede afirmar que «el golpe militar de Franco fue tremendamente popular»: primero porque no fue de Franco sino del general Mola. Franco sólo dio su consentimiento formal de sublevarse tres meses antes del golpe. Quizás -persona prudente- porque sabía que encontraría una amplia resistencia popular entre las clases trabajadoras y en las áreas intelectuales. Tal resistencia había que aplastarla llevando a cabo desde el primer momento la más terrible represión para aterrorizar a las llamadas «masas». El general Goded, en la mañana del 18 de julio de 1936, antes de subir al avión que le llevaría a dirigir la sublevación de Barcelona, se dirigió a los jefes sublevados en Mallorca, entre ellos a mi tío el marqués de Zayas, fundador y jefe de la Falange, estas palabras: se declarará la huelga general, pues bien se fusilará sistemáticamente a los dirigentes de la misma hasta que concluya. Unas órdenes similares fueron hechas públicas por los sublevados en todas las capitales de España.

Durante la transición no hubo como dices «un pacto de perdón y reconciliación entre todos los partidos». Como diputado constituyente puedo afirmar con conocimiento de causa que lo que existió fue un pacto de silencio entre todos los partidos, aceptado a regañadientes por los de izquierda, para no mencionar en absoluto la existencia de casi cuarenta años de una dictadura, que si hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial fue de carácter falangista-fascista, luego derivó hacia un nacional-catolicismo. Cuesta olvidar al generalísimo Franco entrando bajo palio en tantas catedrales saludado por obispos y militares brazo en alto. Durante la transición los partidos políticos recién legalizados estuvieron de tácito acuerdo en no tocar las poderosas estructuras represivas de la dictadura: la policía política -la famosa Brigada Social-, ni la jerarquía militar, instrumentos de una dictadura que fue personal del generalísimo «Caudillo de España por la (una) gracia de Dios», como decían las monedas. Debido a aquella omisión nos encontramos con el coletazo del 23F.

Creo que es hora, nunca es demasiado tarde, de recordar públicamente las circunstancias en que decenas de miles de españoles fueron fusilados y enterrados de mala manera, y que centenares de miles fueron encarcelados, represaliados laboralmente y humillados personalmente. Amigo Font, la casi totalidad de los numerosos historiadores españoles y extranjeros que se han ocupado de la Guerra y de la dictadura reconoce la absoluta desigualdad entre la sistemática y concienzuda represión franquista, con el asesoramiento de la Gestapo nazi, contrapuesta a la caótica llevada a cabo por una República cuyas estructuras administrativas fueron descoyuntadas por la conjunción del golpe y la espontánea resistencia popular al mismo.
Uno piensa que ha llegado el momento de reconocer a todas las víctimas y sus familiares represaliados por la dictadura su derecho a ser homenajeados adecuadamente, colocándolos al mismo nivel que sus oponentes. Ello supone una contribución no a la división sino a la auténtica unidad de los españoles. España necesita recuperar la memoria de estos hechos para mantenerse unida, aceptando así la existencia de una historia común, todo lo trágica que se quiera. La derecha y la izquierda tienen la obligación de asumir sin complejos de culpa unos, y sin ánimo de venganza los otros aquellos momentos tan desgraciados de nuestra historia contemporánea.
19/07/06